Crucifixion’s year
Pues nada, que mañana me llegan los 33, y yo con estos pelos.
No sé por qué, pero es uno de los años en que más vueltas le estoy dando al tema de la edad. Las reacciones de los demás van desde llamarme exagerada (pero si eres muy joven, estás estupenda, lo importante es la edad mental no la del DNI) hasta picarme (uy, ahora sí que estás más cerca de los 40 que de los 25).
Miento, sí que sé por qué le doy vueltas. Es el descentre, la sensación de “mira cuantos años tienes ya y qué has hecho eh, qué?”.
Supongo que es lo que tiene que te desmonten la vida que llevabas como regalo de inicio de año, porque la ruptura de una pareja no es sólo quedarse sin compañero, es quedarte sin el futuro que estabas tejiendo con esa persona, con lo que claro, no sólo tienes que construir otro, sino que además tienes que preguntarte cuál quieres.
Y no tengo ni idea, pero ni la más remota. Las opciones en abstracto son muchas, pero en la realidad no tantas, reconozcámoslo, pero ni aún así me decido. No consigo distinguir qué quiero realmente de aquello que creo que quiero pero porque se supone que debo quererlo. Si a esto le sumamos, que para según qué, además tendría que concordar mi voluntad con un tercero a encontrar en la calle (o en la red), el embrollo mental ya es infinito.
Por eso no voy a hacer lista de propósitos ni de deseos para este año, sino que voy a aplicarme un consejo que recibí y doy, pero que no domino: “no te preocupes, ocúpate”, y que el día a día me lleve a donde tenga que ir.
No sé por qué, pero es uno de los años en que más vueltas le estoy dando al tema de la edad. Las reacciones de los demás van desde llamarme exagerada (pero si eres muy joven, estás estupenda, lo importante es la edad mental no la del DNI) hasta picarme (uy, ahora sí que estás más cerca de los 40 que de los 25).
Miento, sí que sé por qué le doy vueltas. Es el descentre, la sensación de “mira cuantos años tienes ya y qué has hecho eh, qué?”.
Supongo que es lo que tiene que te desmonten la vida que llevabas como regalo de inicio de año, porque la ruptura de una pareja no es sólo quedarse sin compañero, es quedarte sin el futuro que estabas tejiendo con esa persona, con lo que claro, no sólo tienes que construir otro, sino que además tienes que preguntarte cuál quieres.
Y no tengo ni idea, pero ni la más remota. Las opciones en abstracto son muchas, pero en la realidad no tantas, reconozcámoslo, pero ni aún así me decido. No consigo distinguir qué quiero realmente de aquello que creo que quiero pero porque se supone que debo quererlo. Si a esto le sumamos, que para según qué, además tendría que concordar mi voluntad con un tercero a encontrar en la calle (o en la red), el embrollo mental ya es infinito.
Por eso no voy a hacer lista de propósitos ni de deseos para este año, sino que voy a aplicarme un consejo que recibí y doy, pero que no domino: “no te preocupes, ocúpate”, y que el día a día me lleve a donde tenga que ir.