13 mar 2007

Hulka en Madrid

Mi trabajo, esa gran fuente de inspiración para este blog, me ha llevado dos días a Madrid. Como mucha gente, no he ido nunca a la capital por ocio, siempre voy por obligación. Normalmente me escapo a visitar algún museo o monumento, pero esta vez no he conseguido ni ver la T4, me he tenido que conformar con el viejo Barajas. Es lo que tiene viajar con el jefe y con un senior del despacho con el que nos vamos a fusionar.
A pesar de la tensión, las reuniones inacabables y tener que levantarme a las 6'30, ha habido momentos estelares y de descojone:
  • Atocha, 8 de la mañana. Tres personas supestamente inteligentes son incapaces de encontrar la vía en la que para el cercanías que les ha de llevar a un polígono industrial en ColladoVillalba, Villalba a secas para Renfe. A las 8'20 la desesperación hace mella en nosotros, porque no hemos sabido encontrar ni el de las 8'01 ni el de las 8'16. El siguiente es a y 31. Mi jefe decidido se encamina hacia las taquillas y coge las escaleras mecánicas para subir. En esas, que nos damos cuenta de que la vía buena es la 2 y le llamamos. En lugar de esperarse a subir y coger las de bajada, decide intentar ir contracorriente. Resultado: se esmorra en las escaleras, el maletín se le cae y se rompe; se levanta muy digno y hace ver que nada ha pasado. Todavía hoy escribiendo este post lloro del descojone que me entra.
  • Polígono industrial en Villalba. Sala de reuniones (una mesa con sillas en una nave). Nuestros clientes son dos italianos recién salidos de Ibiza y de una tienda fashion, que llaman a mi jefe Michael Douglas porque dicen que se le parece. Los contrarios, dos pijos madrileños que acaban la reunión diciendo que no quieren llegar tarde a jugar al paddle.

Y momentos en los que he estado a punto de asesinar:

  • A una guardia civil en el aeropuerto. Mi aspecto sospechoso la lleva a cachearme amablemente después de dejarme sin zapatos, reloj, anillos, pendientes ni chaqueta del traje.
  • A varios taxistas madrileños. Siempre nos tocan o los raros que huelen mal o los locos que arreglan el mundo o los que dirigen un emporio de bares por el movil.
  • A mi jefe. Después de dos días de ser profesional, puntual, amable, ocurrente, servicial, etc, etc, a mi jefe sólo se le ocurre agasajarme con la siguiente frase: "Ya sabes que no me gusta que masques chicle, y encima lo has hecho delante de JM, no podemos dar esta mala imagen".

Ah, y se confirma que las mujeres, por mucho que vayamos como abogadas, seguimos siendo floreros.

3 Comments:

Blogger Achab said...

Eso será que le gustaste al guardia... en cuanto a los taxistas, es que son todos así (y agradece que no te ha tocado el de los sacrificios humanos)

16/3/07, 15:09  
Blogger la gata said...

El de los sacrificios humanos? Qué miedo. No me digais eso que me voy de aquí ná pa Madrid.
Es que lo de las frases de jefes es la hostia. Yo creo que les dan un manual o algo.
Cierto, por muy buenas que seamos profesionalmente, ante un tío, frente a otro,somos floreros, blondie.

16/3/07, 15:33  
Anonymous Anónimo said...

Gracias por hacerme sonreír un rato, besitos solidarios.
Si te sirve de consuelo llego un punto en el que decidía o seguía aguantando a mí jefe o tiraba palante y que fuese lo que sea...
La pregunta mágica es ¿ Y por que no? Háztela y se consecuente.
El candidato enmascarado

16/3/07, 21:05  

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